Nocturna
A veces pienso que la luna no es más que un faro que durante el día el guardián lo apaga.
Al igual que pienso que las estrellas se pueden coger con una caña de pescar o incluso con un mecanismo parecido al de un ascensor, aunque incluso cuando resulta difícil con alguna de estas dos maneras también existen las escaleras que hay detrás de las montañas para poder llegar hasta las estrellas, pasando antes por las nubes. Que siempre me he preguntado si serán como el algodón de azúcar de la feria, pero con bastante menos cantidad de azúcar o sin colorante azucarado.
A veces cuando voy por la calle de noche me imagino que las luces que desprenden las farolas son como luciérnagas, que al acabar su turno de trabajo, quiero decir al hacerse de día, regresan a sus escondites para reponer fuerzas y poder seguir alumbrando a la noche siguiente.
Y a veces cuando me despierto y me asomo a la ventana, me alegro al ver que la gran bola de fuego (como muchos llaman, aunque para mi siempre será la cara de un niño sonriendo) sigue hay para guiarme otro día más, hasta que vuelvan las luciérnagas a sus sitios, las estrellas suban hasta el último piso, el guardián apriete el interruptor de la luna y así poder volver a decir, que ha vuelto la bonita y helada noche.
